Para estos 8.000 millones de personas somos el pan espiritual que puede alimentarlos para vida eterna.
En tiempos de Cristo, primeros años de nuestra era, la población de aquel mundo estaba calculada en tres millones de habitantes. Damos un gran salto histórico y en el 1800 llegamos a 978 millones. Dos siglos después, hacia el año 2000 pasamos de los 6.000 millones, y en el 2020 nos plantamos en 7.800 millones de personas habitando el planeta.
Según los últimos datos facilitados por Naciones Unidas, la humanidad alcanza hoy 8.000 mil millones de almas. El mayor crecimiento demográfico se da en países en vía de desarrollo.
Según los expertos, las consecuencias de este crecimiento pueden ser devastadoras si no se satisfacen las necesidades básicas de todos los que estamos y los que vendrán inmediatamente. Naciones Unidas evita calificar el rápido crecimiento poblacional como problema, pero subraya que pone en riesgo el desarrollo sostenible y coloca en el centro del debate la igualdad de género.
Los 46 países menos adelantados se encuentran entre los de más rápido crecimiento del mundo. Se prevé que muchos de estos países dupliquen su población entre 2022 y 2050, lo que añade una presión adicional sobre los recursos disponibles.
Los últimos 1.000 millones de personas han nacido en los 12 años que van de 2010 a 2022. Se calcula que en los próximos 15 años la población aumentará en otros 1.000 millones, llegando a alcanzar para el 2080 casi 10.400 millones. Es evidente que, si no se reduce drásticamente la natalidad, el exceso de población planteará un problema insoluble ambiental y de seguridad alimentaria.
Los autores del último informe del Fondo de Población de Naciones Unidas advierten: “Mucha gente vive en la pobreza, no tiene trabajo ni seguridad alimentaria, y ahora nacen más personas. Eso aumenta el desafío de satisfacer las necesidades básicas de todos”, según el análisis de Michael Herrmann, asesor de economía y demografía de Naciones Unidas. Para conseguirlo, añade el experto, “aumentará el consumo, lo que requerirá un incremento de la producción. Con el modelo actual, eso tendrá un enorme y dramático impacto medioambiental, pero no hacerlo implicaría más conflictos y migraciones masivas”, sostiene.
El crecimiento desbocado de la población obliga a una transición demográfica que garantice niveles sostenibles. India superará el próximo año a China como el país más poblado del mundo y una de cada tres personas del planeta vivirá en uno de esos dos países.
El progreso material y la planificación familiar están focalizados a mejorar las condiciones de vida y la libertad de las mujeres. Mientras en los países ricos las mujeres tienen menos hijos de los deseados, en los más pobres ocurre lo contrario. En estos países llamados del tercer mundo la falta de libertad, la esclavitud de la mujer, la dependencia económica del hombre y la ausencia total de planificación familiar hacen que las esposas tengan más hijos de los que desean. La mayor bomba demográfica se encuentra en África, particularmente en la región subsahariana.
Luis Simoes, consultor de World Data Lab, cree, sin embargo, que hay motivos para el optimismo. Según sus datos, la mitad de los 8.000 millones de personas sobre la tierra son “clase consumidora”, es decir, disponen de más de doce dólares al día, la misma cantidad de euros al cambio actual. “En 15 años habrá 1.000 millones de humanos más, pero el número de consumidores aumentará en 2.000 millones. Eso es una buena noticia, significa que va a haber más gente que sale de la pobreza”. Un artículo editorial del diario madrileño El País concluía diciendo que “la educación y desarrollo son las únicas herramientas que puedan reducir la velocidad de crecimiento de un planeta ya descomunal”.
Cuando Cristo dijo a sus seguidores: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Marcos 16: 15), se estaba refiriendo a unos tres millones de personas con escasas posibilidades de transporte. Hoy somos 8.000 millones. Pero nuestros medios de comunicación son ilimitados. A nuestro alcance tenemos aviones, barcos, trenes, autobuses, autos, televisión, radio, prensa, internet y un sinfín de posibilidades para recorrer los más apartados rincones de la tierra.
Para estos 8.000 millones de personas somos el pan espiritual que puede alimentarlos para vida eterna. Somos la luz de Dios que ilumina los más escondidos rincones del alma contaminada. Somos la sal que da gusto a la existencia.
Para nosotros es la orden divina. Nuestra es la tarea.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL – El punto en la palabra – Somos ocho mil millones