Por: Cary Palmon
Existen pruebas insólitas de la resurrección de Jesucristo. Este domingo pasado celebramos el Domingo de Ramos, que es el comienzo de la Semana Santa, recordando la entrada de Jesús en Jerusalén, sentado en un asno.
Días después, Jesús compartió la Última Cena con sus discípulos, y esa noche, fue traicionado por Judas, y arrestado. Él sufrió latigazos, lo coronaron con una corona de espinos, y sufrió crueles abusos por parte de los judíos. Jesús fue condenado a muerte y crucificado por el gobernador romano de Judea, Poncio Pilato. El que no tenía pecado, se hizo pecado por nosotros para pagar la deuda de la humanidad. En la cruz, Dios trató a Jesús como si Él personalmente hubiera cometido cada pecado de toda persona, en esta tierra, que en algún día creería en Él; aunque en realidad Jesucristo no había cometido ninguno. Jesucristo, como nuestro sustituto, cargó nuestro castigo.
¡Pero llego el Día de Su Resurrección! La resurrección estableció a Jesús como el Hijo de Dios y es la base de nuestra creencia.
Existen pruebas de su resurrección. La primera es que el sepulcro estaba vacío. A pesar de haber soldados romanos cuidando el sepulcro, y que cambiaban cada cuatro horas, el cuerpo no estaba allí. La penalidad de ellos sería morir si su prisionero escapaba.
El hecho de la desaparición del cuerpo de Jesús fue aceptado por todos y no lo negaba nadie.
La Biblia dice que Jesús hizo varias apariciones después de Su muerte. Jesús se apareció a María Magdalena, a las mujeres que fueron a la tumba de Jesús (María, la Madre de Santiago, Salomé y Juana), a Pedro y dos discípulos en el camino a Emaús. También se apareció al resto de los Doce Discípulos. En otra ocasión se apareció a más de quinientas personas al mismo tiempo. Estas apariciones convencieron a Sus discípulos, más allá de toda duda, que Él había resucitado de entre los muertos.
Otra prueba de la resurrección de Jesús es el cambio experimentado por sus discípulos, hasta el punto de dar su vida. Ellos murieron martirizados por su fe. Nadie se ofrece a morir voluntariamente por una mentira. El único que no murió martirizado fue Juan, que murió en el exilio.
No solo tenemos el testimonio de los discípulos de Jesús, pero también tenemos el testimonio de historiadores de esa época que no eran creyentes, los cuales escribieron acerca la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús. Entre ellos está Tito Flavio Josefo, un famoso historiador judío del primer siglo, el cual no tenía motivos para mentir, ya que no le gustaban los cristianos.
Todas las evidencias muestran que Jesús resucitó, y además sigue vivo, entre nosotros. Los que siguen a Jesús son resucitados espiritualmente con él para caminar en una nueva forma de vida y recibir la salvación eterna, y eventualmente resucitando físicamente.
Publicado por: Cary Palmón Ministries – inspiracion@carypalmon.org