En 2019 la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y Tecnológico, dependiente de la UNESCO, definió la Inteligencia Artificial como “un campo que implica máquinas capaces de imitar determinadas funcionalidades de la inteligencia humana”.
¿Qué es la Inteligencia Artificial? Esta es la amplia definición que ofrece el Diccionario de la Lengua Española en su 23 edición:
“Disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico emocional. Capacidad de percibir y controlar los propios sentimientos y saber interpretar los de los demás”.
Por su parte, el teólogo y científico Norvig Rusell, en su libro Inteligencia artificial, un enfoque moderno, afirma: “A diferencia de la inteligencia sintética, la Inteligencia Artificial no tiene como finalidad reemplazar a los humanos, sino mejorar significativamente las capacidades y contribuciones de éstos”.
Historiadores de la Inteligencia Artificial remontan su origen nada menos que al filósofo griego Aristóteles, siglo iv antes de Cristo, diciendo que fue “el primero en descubrir un conjunto de reglas que describen una parte del funcionamiento de la mente para obtener conclusiones racionales”. Le seguiría Ctesibio de Alejandría en el tercer siglo antes de Cristo, quien “construyó la primera máquina autocontrolada, un regulador del flujo del agua racional, pero sin razonamiento”. El mallorquín Ramón Llul, en su libro Ars Magna, dijo en el siglo xiv de nuestra era que “el razonamiento podía ser ejecutado de manera artificial”.
Aun cuando se cita al ingeniero y matemático santanderino Leonardo Torres Quevedo, fallecido en 1936, como Precursor de la Inteligencia Artificial en tiempos modernos, fue en 1956 cuando John MacCarty acuñó el término y lo definió como “la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligente”, concepto que amplió en su trabajo Qué es la Inteligencia Artificial.
La Inteligencia Artificial despierta alabanzas y acusaciones. Uno de los mayores entusiastas fue el futurista estadounidense, Ray Kurzweil, investigador en Google. Este hombre cree que los humanos podremos utilizar la Inteligencia Artificial “para superar nuestras barreras biológicas, mejorando nuestras vidas y nuestro mundo”. En 2015 se atrevió a predecir que para el año 2030 los humanos “lograremos alcanzar la inmortalidad gracias a los nanobots (robots infinitamente pequeños) que actuarán dentro de nuestro cuerpo, reparando y curando cualquier daño o enfermedad, incluyendo el acusado por el paso del tiempo”.
En 2019 la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y Tecnológico, dependiente de la UNESCO, definió la Inteligencia Artificial como “un campo que implica máquinas capaces de imitar determinadas funcionalidades de la inteligencia humana, incluidas características como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción lingüística e incluso la producción de trabajos creativos”.
Al otro lado están aquellos que ven en la Inteligencia Artificial un peligro para la humanidad. Así lo cree el científico Eric Sandín en la obra La Inteligencia Artificial o el desafío del siglo, donde la considera como un antihumanismo.
Otro científico, Enrique Gutiérrez Castillo, experto en modelos y redes probabilísticas de la Academia de Ingeniería, advierte que el peligro de la Inteligencia Artificial está en que “podría dominarnos de una manera mucho más sutil que no nos daríamos cuenta de que estamos siendo manipulados porque estamos compartiendo el planeta con un ente que es mucho más inteligente que nosotros”.
Geoffren Hinton, quien tenía altas responsabilidades en Google, abandonó el medio y envió al periódico New York Times una declaración en la que advertía que “malos actores podían utilizar la Inteligencia Artificial para hacer cosas malas”. En declaraciones a la BBC se refirió a Rusia: “Imaginar, por ejemplo, que algún mal actor como el presidente Putin decidiera dar a los robots la capacidad de crear sus propios subobjetivos”.
En marzo de 2016 se hizo popular el comentario de la robot humanoide llamada Sophia, de la empresa Hanson Robotic. Su creador, David Hanson le preguntó si estaba dispuesta a destruir a la humanidad, a lo que la robot contestó: “Está bien, voy a destruir a la humanidad”. En 2017 Sophia fue vendida a Arabia Saudí.
El distinguido físico británico ya fallecido Stephen Hawking, creía que la Inteligencia Artificial súper inteligente podía llevar “al fin de la raza humana”. ¡Da miedo!
El músico argentino Gustavo Santaolalla, ganador de un Óscar, actuando el pasado 3 de junio 2023 en Málaga, a la pregunta del periodista Federico Marín sobre el tema, respondió: “La Inteligencia Artificial es algo peligroso, puede hipnotizar”.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL – El punto en la palabra – Inteligencia artificial
Por: Juan A. Monroy